La esofagitis eosinofílica es una enfermedad inflamatoria crónica del esófago que puede provocar complicaciones serias y afectar significativamente la calidad de vida si no se trata a tiempo. Por este motivo es necesario consultar siempre a un especialista, y mantener un seguimiento aunque te encuentres asintomático.
Si bien no representa un riesgo inmediato para la vida, la esofagitis eosinofílica es grave cuando evoluciona hacia problemas como la estenosis o la impactación alimentaria.
Causas que provocan la esofagitis eosinofílica
Es una enfermedad cada vez más frecuente y es especialmente habitual en hombres jóvenes con tendencia atópica y otras alergias, como alergia a los ácaros o al polen.
Se relaciona principalmente con alteraciones inmunológicas, especialmente reacciones alérgicas a alimentos, pero se trata de una enfermedad multifactorial que no depende de un único desencadenante. Las principales causas son:
- Alergias alimentarias: son una de las causas más frecuentes. Entre los alimentos que con mayor frecuencia desencadenan esta reacción se encuentran la leche de origen animal, el trigo o los huevos. El esófago responde con inflamación porque identifica estas proteínas como sustancias peligrosas, y se genera una respuesta autoinmune, que es la base de la enfermedad. Se trata de alergias no mediadas por IgE, por lo que las pruebas cutáneas convencionales (prick-test) no resultan útiles para su diagnóstico. En muchos casos, además, no es posible identificar con precisión el alimento desencadenante.
- Alergias ambientales: factores como el polen o los ácaros del polvo pueden provocar o, en algunos casos, empeorar estos síntomas.
- Factores genéticos: aquellas personas con antecedentes familiares de enfermedades alérgicas, son más propensos a desarrollarla.
- Disfunción inmunológica: algunas personas presentan alteraciones en la regulación de su sistema inmunológico, lo que provoca una inflamación crónica en el esófago. Por este motivo, es frecuente que se asocie con otras enfermedades de origen autoinmune, como el asma, el hipotiroidismo o la enfermedad celíaca.
Síntomas de la esofagitis eosinofílica
Según la edad del paciente y el estado de la enfermedad, los síntomas de la enfermedad varían. En muchos casos, pueden confundirse con los síntomas de reflujo gastroesofágico, por lo que es importante que, si presentas algunos de estos síntomas, consultes a un especialista.
Los principales síntomas son:
- Disfagia (dificultad para tragar): los pacientes sienten que los alimentos no bajan correctamente por el esófago o que se quedan pegados en él. Este es uno de los síntomas más frecuentes.
- Impactación alimentaria: si sientes que un trozo de comida se queda completamente atascado en el esófago.
- Dolor torácico: es un dolor parecido a un infarto.
- Náuseas o vómitos: son más frecuentes en niños pequeños. Si además se presenta con otros síntomas como falta de apetito o retraso en el crecimiento, es fundamental acudir a un especialista.
- Pérdida de peso involuntaria: suele ocurrir en adultos que, por miedo a atragantarse, reducen el consumo de alimentos.
Es importante tener presente que la esofagitis eosinofílica es grave si no se diagnostica y trata a tiempo, ya que la inflamación crónica puede provocar daño irreversible en el tejido esofágico
Si sufres algunos de estos síntomas, es importante que acudas a un especialista antes de que la enfermedad evolucione y se vuelva más grave. Una vez diagnosticada y controlada la enfermedad, es necesario mantener siempre un seguimiento, incluso aunque no presentes síntomas.
La importancia del seguimiento en la esofagitis eosinofílica
Esta enfermedad puede parecer leve cuando no hay síntomas, pero si no se controla adecuadamente a lo largo del tiempo, la esofagitis eosinofílica es grave. Por eso, es fundamental mantener un seguimiento médico regular, al menos una vez al año, incluso si el paciente se encuentra bien.
Abandonar el tratamiento o dejar de acudir al especialista puede favorecer la progresión silenciosa de la enfermedad y derivar en complicaciones como la fibrosis esofágica o la dificultad para tragar. No hay que esperar a tener síntomas graves para consultar, el seguimiento constante es clave para evitar el avance de la enfermedad
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico se realiza a través de una endoscopia digestiva alta, mediante la cual se realiza una biopsia para detectar la presencia de eosinófilos infiltrando el epitelio del esófago. Una vez analizados, nuestros médicos especialistas en digestivo, llevarán a cabo un tratamiento para frenar la evolución de la enfermedad.
Si tú o alguien de tu familia, tiene dificultades para tragar o sospechas de alguno de estos síntomas, no dejes pasarlo. No hay que olvidar que la esofagitis eosinofílica es grave y un diagnóstico temprano y un seguimiento cercano, son las mejores herramientas para evitar complicaciones.